VIVÍ EN EL PARAÍSO Y LO ABANDONE


Hace tiempo viví en el paraíso, ese lugar mítico, anhelado y prometido para la eternidad y decidí abandonarlo.

Les puedo asegurar que es todo lo que hemos escuchado y mucho más.  Pero lo más emocionante y triste a la vez,  es que muchos de nosotros estuvimos allí  y decidimos partir muy aprisa.

En este lugar realmente existe la armonía entre hombre y naturaleza, el despertar es todo un concierto de aves.

-Todas las que puedan imaginar.

Abundancia de comida sana, paisajes que han inspirado la mente de escritores en todo el mundo, acompañados de atardeceres indescriptibles aunque nadie lo nota hasta después de haber  partido.

Los causes de los ríos transportan litros y litros de agua traslucida, pura y vital para la supervivencia, el pescador puede lanzar sus redes sin temor a retirarlas vacías o llenas de desechos contaminantes  y quien labra la tierra obtiene abundantes y sanas cosechas.

Si ha llegado hasta esta frase le sorprenderá lo cerca que puede encontrar el paraíso. No importa cuantos pasos recorra y cuantas personas conozca, en este lugar siempre hay alguien dispuesto a saludar, a abrir las puertas de su casa y corazón sin condición.

Ese paraíso es el campo, allí donde hombres y mujeres campesinos están fuera de cama antes que el primer rayo de sol toque su ventana y regresan a la misma solo después  que el ocaso se ha desvanecido en el horizonte.

Donde las mujeres lucen sus manos sucias y deterioradas por el arduo trabajo y ríen sin temor a las arrugas,  donde las cicatrices de su piel son la historia de una vida honorable y digna de admirar, donde sin llevar matiz sobre sus uñas son bellas, fuertes  y su valor sobrepasa cualquier definición terrenal.

Es la vida del campesino,  ese que miramos con indiferencia, desprecio y apatía sin notar que allí se vive sin apariencias, no se miente por deporte y el lodo sobre sus cuerpos no es motivo de extrañeza o vergüenza; donde la educación empieza en casa con fuertes bases procedentes de generaciones y se respeta la vida sin importar la forma que adopte.

Donde la cena familiar va más allá de quienes comparten el mismo apellido o grupo sanguíneo y donde los campos se visten de colores todo el año,  ya sean meses de cosecha o meses, en que las flores desencadenan un jardín secreto a la vista de quienes levitamos en sus tierras.

Piénsalo! El paraíso está cerca, seguramente donde hoy viven tus padres o abuelos que envejecen rápidamente anhelando verte un día más.

Por: FELIPE MENDOZA.

POSDATA:

Quien no conozca el campo, miente! le recuerdo que es allí donde se cultiva el alimento que mínimo una vez al día tiene en su plato.

Inspirado en tierra Santandereana que me vio crecer, y  me formó. Esa tierra prospera llena de gente amable, transparente, trabajadora  y siempre dispuesta a brindar su mamo.

 

 

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